La magia existe. Aunque nadie la llama así: la llaman prodigios. Para que suceda un prodigio alguien tiene que pedirlo y esperar a que los dioses, sean cuales sean, respondan.
A veces los prodigios ayudan. Otras tienen consecuencias espeluznantes, como terremotos, plagas y bestias monstruosas.
Desde que la Inquisición los prohibió en Europa, pasaron a convertirse en meras leyendas. Pero todo cambia con el desembarco en el Nuevo Mundo…
A principios del siglo XVIII, las colonias británicas bullen de actividad: hay cazatesoros, inquisidores y nativos, y los monstruos campan a sus anchas. Allí es a donde envían a las hermanas Woodcombe: Olive, fascinada por todo lo que encuentra, y Hester, obsesionada con una melodía que puede salvar o condenar todo lo que ama.
La magia en manos de Costa Alcalá se convierte en algo real, nuevo y extraordinario.
Javier Ruescas, escritor
Una ambientación histórica impecable y un sistema de magia fascinante. Una aventura donde las leyendas, los monstruos y los prodigios cobran vida.
Silvia Aliaga y Tatiana Marco, escritoras
Esta historia es en sí misma un prodigio, tan poderosa como todos los que contiene, y la magia de Costa Alcalá, más deslumbrante que nunca.
Victoria Álvarez, escritora
6 comentarios en “La música de los prodigios”
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